En las arenas
de un reloj
que no acaban de caer.
El viento abraza
a cuanta ave
navegante del azul.
Cascada infinita
toca los deshielos
y la desembocadura del río.
En lo alto, el padre sol
bañando a sus hijos
en luz y sapiencia,
Abajo, en el ceno de la gran Madre
la piedad se paga con felonía
aunque nuevas flores nazcan.
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